jueves, 19 de mayo de 2011

LA CIENCIA Y LA FE SE TIENEN OJERIZA

Seguramente habrá usted oído hablar de Stephen Hawking, el publicitado científico británico que se comunica por un sintetizador de voz desde una silla de ruedas. Luego de admitir la existencia de Dios en su libro "Una breve Historia del Tiempo", ahora afirma en otro que la idea de una deidad no tiene cabida a la luz de los nuevos desarrollos científicos, y que eso del Cielo y la vida eterna es un cuento de hadas para quienes temen a la muerte. ¡Cónchale, Hawking, me dejaste frío, si no muerto!

Pero es que la discusión entre la Ciencia y la Fe es interminable. Se acercan dos milímetros y luego se alejan mil kilómetros. A mí me tenían del timbo al tambo hasta que comencé a leer lo de los "agujeros negros" y tal y cual. Pero lo que realmente me decidió a tomar partido fue la afirmación del cosmólogo británico al decir que "el universo conocido es sólo el producto de unas fluctuaciones cuánticas". ¡Upa! ¡Vaya fluctuaciones! ¿Qué las produjo? ¿O quién las inventó? ¡Fácil! Sucede que en el espacio existen agujeros tan infinitamente densos y gravitacionales, que se engullen al Tiempo y al Espacio mismo -es decir son autofágicos- y ni que decir de la materia y de la mismísima luz -de allí lo negro- ¡Fabuloso! Llega un momento en que los tales agujeros son tan densos que se convierten en un puntico y ¡Bang! estallan y producen las galaxias. ¡Increíble!

Pero ahora yo me pregunto: ¿y todas esas formidables ocurrencias físicas que se conjugan para producir un estallido y en consecuencia un Universo, quién las creó? ¿Fueron los físicos quienes crearon las leyes de la Física, o ellos lo que han hecho es observarlas y enunciarlas?

Amigo Hawking usted no me ha resuelto nada. La idea del Creador es subyacente a todo lo que afirma y mientras más explica usted las maravillas del Universo, más me maravillo yo de la grandeza de quien lo creó. Antes estaba Dios sólo en mi corazón sin acceso a mi razón; ahora ocupa ambos espacios. ¿Gracias a usted? No. Gracias a mí que resolví la ojeriza precisamente estudiando Física. Y a Dios, que la produjo.


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